viernes, 20 de septiembre de 2013

Ya se fue... catarsis

Ya se fue mi pimpollo, se fue de la mano del tío Mario.
Se fue mi hermosa, mi ojito irritado.  Recién se lo vi,  eso es lo que me preocupa, espero que sea por la espuma del shampoo.
Se fue mi ratoncito.
Nunca nos despedimos por tanto tiempo, tanto tiempo son cinco días.  Siempre la dejé por uno o dos, no más.  Siempre por una noche.  Al otro día, siempre.
Se fue y no le dejé el vestido de tul rosado, me olvidé de su vestido de princesa.  Le dejé un pony en el bolso y un toallón de twetty envolviendo todos mis besos.
Dormí con ella recién una siesta, pero no dormimos, yo la abrazaba, no pudo ser una siesta.
Miramos los dibujitos, calladas.  Ella sabía que me iba, no se lo dije claramente, no hace falta decirnos tanto. Sabe todas las cosas y no por escucharlas, las intuye.
Tengo un moño en la garganta.  Mi nariz de poroto.  Recién dibujaste un "mamá - papá - tutti" más lindo que los de antes, parecía que me lo hacías a propósito, el corazón tenía forma de corazón.  Hoy estabas más linda, me diste muchas sonrisas y abrazos y te portaste bien.  ¿O ahora yo las veía a esas sonrisas? ¿Siempre estuvieron?... Me llega un mensaje:
"No sé que le pasa al celular, no levanta señal, me aparecen como no enviados los mensajitos a vos.  Cualquier cosa estoy acá todavía y creo que tengo para rato... una hora más mínimo.  En pocas horas viajamos...".

Justo ahora que tengo este moño atravesado.  Justo ahora que se fue el pimpollo a la casa de la abuela.  Mi chiquitita, como ella dice, chiquitita, haciendo piquito, chiquitita.  Me la imagino mirándose la trompa, cruzándose los ojos.
No le dije a mi mamá "cuidala", no hace falta, yo sé como cuida mi mamá.  Me tranquiliza.  Respiro.
Está bien, yo estoy bien, estamos las dos bien... me voy a preparar la valija y a cortar el cordón de una bendita vez.



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