jueves, 15 de febrero de 2018

Paciencia y enemigos

PACIENCIA 

Proviene del verbo latín pati (sufrir).  No es casual que se llame así a quien sufre alguna enfermedad (paciente).  Paciente es quien sufre.  En la gramática, hablamos de sujeto paciente al que recibe la acción en su forma pasiva: Pepito es sorprendido, voz pasiva, sujeto paciente, Pepito, claro.  En la voz activa: Pepito sorprende.  En la voz pasiva, Pepito recibe la acción.  El sujeto paciente recibe lo que sucede, algo lo alcanza desde el exterior, Pepito recibe.

Demoré bastate en publicar este post.  Tenía una conversación interna, no estaba muy convencida de publicar acerca de los enemigos.  Hay una cuestión no aceptada, un "deber ser" en el colectivo sobre sentir sólo lo que está bien aceptado, no es políticamente correcto declarar "yo tengo enemigos", como si eso fuera malo.  Como si no fuésemos, cada uno de nosotros, el villano en la película de alguien.  Claro que sí, es algo que incomoda.  Hay tantos mandatos dentro nuestro sobre "tienes que ser bueno", reconocer que hay enemigos allí afuera iría un poco en contra de estos deberes.  Pero están, existen, son enemigos.  Y es mejor que abras bien los ojos, a veces, el enemigo se disfraza de amigo y te sorprende, el día menos pensado, cuando ves que desenvaina la espada.

Teniendo en cuenta que si tenemos amigos, tenemos enemigos, decidí publicar este post por dos motivos: el primero, reflexionar sobre el enemigo; el segundo, que le aporte al que lee las herramientas para enfrentarlo.  Cuando digo enfrentarlo, no hablo de confrontar, pelear ni vengar.  Hablo de enfrentar la situación con la auto-observación profunda, distinguir que el enemigo siempre es interno, aprovechar esa acción del enemigo para el crecimiento personal y el desarrollo de la paciencia.

Estoy trabajando la paciencia, que por otra parte, no es esperar.  Paciencia no es espera.  Paciencia es no reaccionar frente a algo que pasa, sólo recibirlo, al menos así lo entiendo.  Paciencia es entender que en el gran orden de las cosas debe haber un equilibrio.  Paciencia es ser prudente frente al estímulo y agradecerlo de todas maneras, sin juzgar si es bueno o malo.  Paciencia es aceptar que no siempre sucede lo que espero.

Hoy está muy de moda llamar a la gente que hace daño por las redes "Troll".  Son personas que hacen comentarios negativos en las redes, buscan dañar, generar discusiones, se oponen a la paz del diálogo y generan controversias.

El viernes di un taller y recibí un comentario agresivo de uno de los participantes.  De esos que, sin lugar a dudas, buscan hacer daño.  Y hablo de enemigo porque no es amigo, porque en la agresión escrita hay una energía que pretende aniquilar, someter, hacer doler. El enemigo no tiene buenas intenciones, busca humillar, cree encontrarse en otro nivel, cree que su daño no lo va a salpicar.

Aquí tuve mi oportunidad para trabajar la paciencia.

"Se dice que nuestro enemigo es nuestro mejor maestro.  Al estar con un maestro, podemos aprender la importancia de la paciencia, el control y la tolerancia, pero no tenemos oportunidad real de practicarla.  La verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo".  Dalai Lama.

Y cuando no tuve la necesidad de responderle, vi mi crecimiento.  Cuando agradecí que esa persona se comportara de esa manera, noté que no era mi enemigo, era mi maestro.

Trabajando en las redes, me he encontrado con comentarios malintencionados y me han invadido sentimientos de injusticia, bronca, angustia.  Recuerdo una vez, hace algunos años, un señor que no conozco me criticó muy duro, hasta con insultos, por el nombre de mi página, "Coaching Literario".  Estaba realmente ofendido, diciendo que cómo usaba una palabra en inglés que significaba "entrenador", que era una falta de respeto hacia mi lengua.  Mechaba algún insulto en su relato, como para demostrar su enojo.  En aquel momento, lo sentí como un ataque feroz, me entristeció y me enojó.  Quise responderle.  Le respondía que no tenía nada de malo usar una palabra en inglés, que varios de nuestros mejores escritores también utilizaron otros idiomas en sus escritos, como Borges, Cortázar, que usaban el inglés y el francés eventualmente, que nuestro idioma deviene del latín, y así buscaba defenderme.  Claro, esa respuesta daba lugar a otras ofensas, como que quién era yo para compararme con Borges y Cortázar y otro insulto y de nuevo la angustia.

En aquella oportunidad, si bien yo tenía mis fundamentos, me había hecho eco de esas palabras y no sólo alimentaba ese intercambio sinsentido, respondiendo cada comentario, sino que cambié el nombre de mi página. Pasó a llamarse "Asesoría Literaria - Coaching Literario".  La palabra Coaching permanecía, pero había puesto delante la mirada del otro.  Había puesto delante de mí al señor que insultaba, yo me ubiqué detrás.  Necesitaba ser aceptada, necesitaba que me quiera, que entienda mis motivos.  No fue el señor quien cambió el nombre de mi página, yo lo hice.

"Ni tus peores enemigos te pueden hacer tanto daño como tus propios pensamientos".  Buda

Así se llamó mi página un buen tiempo hasta que volvió a ser "Coaching Literario" un día, no recuerdo si sucedió algo puntual o habría sido apenas un pensamiento.  La cuestión es que volví a ubicar delante lo que yo creía, sin importarme si perdía aquella gente que no estaba de acuerdo con el nombre.   En todo caso, ellos se alejaban de mí, yo no me alejaba de ellos.  Si ellos se alejaban por motivos tan triviales, me hacían un favor.  Y, de alguna forma, si tenía enemigos era porque ellos me declaraban enemiga, y esto no estaría tan mal.

"Dicen que triste cosa es no tener amigos, pero más triste es no tener enemigos.  Porque quien enemigos no tenga, es señal de que no tiene ni talento que haga sombra, ni bienes que se le codicien, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni honra de la que se murmure, ni ninguna cosa que se le envidie".  Baltsar Gracian.

Entonces, tener enemigos es tener maestros y saber que tenemos algo que moviliza lo suficiente como para que nos odien.  No está tan mal.  Por cierto, el que odia es el que sufre, y no tiene sentido odiar a los enemigos cuando nos desafían, miden nuestra fortaleza, nos ubican en un lugar de admiración. 

"Si comprendes que las palabras
desagradables se convierten en méritos,
entonces son para ti un camino de la Vía.
Si, por medio de las críticas, no despiertas
más allá de la noción de amigo o de enemigo,
¿Cómo podrás hacer realidad
los poderes ilimitados (musho)
de la compasión
y de la perserverancia (jinin)?". Xuanjue, Taisen Deshimaru, El canto del inmediato satori.

El enemigo lucha porque tenemos algún valor, si no fuera así, no se molestaría en mover un dedo.  Entonces, le agradecemos al enemigo su lucha que nos hace más fuertes, le agradecemos su ataque que nos vuelve conscientes de nuestro poder interior.

"La lucha es de igual a igual contra uno mismo
¡Y eso es ganar!".
Jorge Fandermole.


Pic

Cariños.