miércoles, 18 de septiembre de 2013

Garzas

 
Garzas de Marina

Garzas

I
El día que aprendí a hacer garzas de papel hacía un frío terrible.
El viento se metía por debajo de la puerta,
Nos congelaba los pies, el cuello
Y nosotros sin mate,
Con un café de ayer que,
De tan recalentado no lograba
Ni siquiera abrigarnos la punta de los dedos.
Con los labios resecos y partidos,
Mejor ni hablar.
Con la ansiedad escondida bajo la bufanda, tiritando.
De repente y sin aviso,
Como en las películas malas,
 un extra sin línea nos alcanza un volante.

“¿Sabés hacer garzas?”

Las bondadosas instrucciones
Nos arrancan del silencio con
Su simple visión de la realidad:

Toda pregunta tiene una respuesta
En pasos, datos, modos de hacer.
No hay lugar para el azar, el desconcierto.

“Mirá, vas doblando cada punta y
La acercás a su par de enfrente”.

Simple. Organizado. Eficaz.
Ya casi ni hace frío.
Logramos distraer al vacío,
La falta de ganas, la distancia.
Las engañamos con una ofrenda
De papel y tinta de impresión.

“Por, último, le arreglás el pico.
Así, ¿Ves? Y las alas, también.
A mí siempre me salen torcidas.”

II
Hoy abrí un libro y cayó,
 muerta de frío
una garza con las alas arrugadas,
Torcidas, mal hechas.
Y, me acordé sin esfuerzo
De esa tarde que
Me enseñaste a hacer garzas
Del frío, de la humedad
De nosotros, armando
Sueños de papel con
Forma de garza con
Alas perfectas con
Instrucciones exactas sin
Frío, sin humedad, sin
Poder hacerlos volar. 



A mi amiga Marina le gustaría vivir en París  (se pinta los labios de rojo)
Y hace hebillas para bailarinas (de Rock and Roll)



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