lunes, 23 de septiembre de 2013

Tierra


Paseando por el centro de visitantes Yvyrá retá (el país de los árboles), encontré la respuesta a mis preguntas.
Esta fue la primer frase que encontré en el camino:


¿Y cómo se interpreta esto? Parece una frase sencilla, como aquella principesca,  “lo esencial es invisible a los ojos”, una de esas que van directo al cajón de “trilladas”, las guardamos en la obviedad y no ofrendamos un segundo más para re-significar, para re-direccionar al cajón de “?”.
Vuelvo a leer esta frase de Atahualpa.
Me late el corazón diferente cuando la leo.
La vuelvo a leer.  Quiero “Ver” qué es lo que esta frase guarda para mí.
No lo encuentro en el momento, así que sigo recorriendo este centro de visitantes mientras me digo que si el mensaje tiene que llegar a mí, lo va a hacer de diversas formas y cuando lo pueda “ver”, será un Eureka formidable.

Sigo el recorrido y algunos carteles llaman mi atención y podía sentir como todo tenía un sentido muy lógico, todo estaba atado por un hilo dorado.


La noche como incertidumbre, los murciélagos como obstáculos, lo que me devora y me chupa la sangre, me atemoriza.
La incertidumbre no es ni buena ni mala, el murciélago cumple su función, atiende a su juego, es vital que me devore, lo necesito para transformarme, en un juego progresivo y en espiral ascendente.


En este juego el agua va y viene, inunda y modifica, transforma, desgarra, mantiene con vida y conserva.  Nada es inmutable, el agua apaga la sed, también ahoga.  Cumple su función de acuerdo a un ritmo universal, a una danza entre la luna y su atracción fatal, el agua responde a un hechizo, ¿Qué es lo que me hechiza? ¿Qué es lo que me atrae de mi misma? ¿Qué es lo que me aleja?                                                                                                              

¿Qué me atrae? Eso mismo, hacer con otros me atrae, eso es lo que quiero, me atrae la fusión, compartir, alivianar, disfrutar.  Como estas bichas que juntas pueden avanzar y atrapar cualquier objetivo, además colaborar con otras especies.   Perciben que hay para todos, que la naturaleza es abundante.  Hacer con otros, ser con otros, ser otros, otros. ABUNDANTE.


 ¿Qué me aleja? Eso, eso, claro, eso es a lo que le huyo.  Soledad, enojo, chillido, veneno.  Siempre creí que el escritor escribe, además, para sentirse menos solo.
Hasta aquí fueron meras interpretaciones mías, deliberadas relaciones subjetivas.   Cuando de pronto, sentí que me hablaba a mí y a mi Tierra sin Mal que tanto deseo.


¿Y cómo lo logro?... Aprovechando TODAS las oportunidades:



Volví a la frase pujante “ver la Tierra”.  Gracias Pacha, gracias universo por esta nueva oportunidad.

La Tierra, TU Tierra, es más de lo que crees ver, incluso te puede dar todas las respuestas.


Te veo pronto.


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