martes, 22 de diciembre de 2015

#3 Hábito: Navidad


Pasar la Navidad es un hábito en sí mismo.  Hay que pasar la Navidad.  En ese pasar la Navidad se piensa en cómo se debería pasar una Navidad, como corresponde, en familia y bien vestido.  Si es posible se evita la pirotecnia y se come una sagrada ensalada de frutas.  

Se pasa la Navidad esperando las doce.  Las doce es lo único que tiene sentido.  Ese es el momento del destaque: el brindis.  Los chicos abren los regalos y luego recae abruptamente frente a la vida que continúa, como una noche ordinaria que se encarrilla en el pasar de los días.  Una noche como todas las otras, más parecida a un cumpleaños de mitad de año que a una Navidad.  

Y si hablamos de Navidad, pareciera que está también el Año Nuevo incluido en el relato, como si las felicidades y buenos augurios se presentaran en paquetes de a dos, envolviendo Navidad y Año Nuevo del mismo año. 

Con Año Nuevo se nota todavía más la necesidad de pensar precisamente en las personas con quien nos gustaría estar.  No hay deberes, salvo que sea una condición de la pareja (Navidad con tu familia y Año Nuevo con la mía) pero lo que tal vez une de manera inexcusable a las dos fiestas es la pretensión de estar cerca del amor.  El deseo de compartir ese transcurrir de la hora doce tomados de la mano del amor.


Happy New Year de Julio Cortázar

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestas tu mano en esta noche
de fin de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas. Entonces
la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo, como
si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres. 


Cariños y hasta mañana.

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