sábado, 24 de agosto de 2013

Buen día Lector, hoy es su día.

Hoy 24 de agosto, se conmemora el nacimiento de Jorge Luis Borges y se eligió este día como el Día del Lector; haciendo honor a la trayectoria del autor que se ha ganado el reconocimiento nacional e internacional.

Entonces, se celebra el día del lector leyendo.

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges nació el 24 de agosto de 1899 y murió el 14 de junio de 1986.
Escribió innumerables cuentos, poemas, ensayos, siendo uno de los escritores más destacados del siglo XX.

Para serles honesta, me pone muy contenta que el día del lector se celebre en el día de su nacimiento, porque Borges cuando se quedó ciego a los 55 años, le pidió a sus amigos que le lean.  No abandonó la lectura, incluso, decía que el paraíso debería ser algún tipo de biblioteca.

Nos ponemos de pie, aplaudimos a este grande argentino y del mundo.


Ausencia

Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.



Los Espejos

Yo que sentí el horror de los espejos 
no sólo ante el cristal impenetrable 
donde acaba y empieza, inhabitable, 
un imposible espacio de reflejos 

sino ante el agua especular que imita 
el otro azul en su profundo cielo 
que a veces raya el ilusorio vuelo 
del ave inversa o que un temblor agita 

Y ante la superficie silenciosa 
del ébano sutil cuya tersura 
repite como un sueño la blancura 
de un vago mármol o una vaga rosa, 

Hoy, al cabo de tantos y perplejos 
años de errar bajo la varia luna, 
me pregunto qué azar de la fortuna 
hizo que yo temiera los espejos. 

Espejos de metal, enmascarado 
espejo de caoba que en la bruma 
de su rojo crepúsculo disfuma 
ese rostro que mira y es mirado, 

Infinitos los veo, elementales 
ejecutores de un antiguo pacto, 
multiplicar el mundo como el acto 
generativo, insomnes y fatales. 

Prolonga este vano mundo incierto 
en su vertiginosa telaraña; 
a veces en la tarde los empaña 
el Hálito de un hombre que no ha muerto. 

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro 
paredes de la alcoba hay un espejo, 
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo 
que arma en el alba un sigiloso teatro. 

Todo acontece y nada se recuerda 
en esos gabinetes cristalinos 
donde, como fantásticos rabinos, 
leemos los libros de derecha a izquierda. 

Claudio, rey de una tarde, rey soñado, 
no sintió que era un sueño hasta aquel día 
en que un actor mimó su felonía 
con arte silencioso, en un tablado. 

Que haya sueños es raro, que haya espejos, 
que el usual y gastado repertorio 
de cada día incluya el ilusorio 
orbe profundo que urden los reflejos. 

Dios (he dado en pensar) pone un empeño 
en toda esa inasible arquitectura 
que edifica la luz con la tersura 
del cristal y la sombra con el sueño. 

Dios ha creado las noches que se arman 
de sueños y las formas del espejo 
para que el hombre sienta que es reflejo 
y vanidad. Por eso no alarman.



Los Borges


Nada o muy poco sé de mis mayores 
portugueses, los Borges: vaga gente 
que prosigue en mi carne, oscuramente, 
sus hábitos, rigores y temores. 

Tenues como si nunca hubieran sido 
y ajenos a los trámites del arte, 
indescifrablemente forman parte 
del tiempo, de la tierra y del olvido. 

Mejor así. Cumplida la faena, 
son Portugal, son la famosa gente 
que forzó las murallas del Oriente 

y se dio al mar y al otro mar de arena. 
Son el rey que en el místico desierto 
se perdió y el que jura que no ha muerto.

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