jueves, 11 de agosto de 2016

Presentación del libro "El dulce encanto de lo exótico" de Ignacio Romero Montserrat





Anoche, el autor se presentó junto a su obra en la Sociedad Argentina de Escritores.

El prólogo de su libro dice así:

¡Qué hermoso descubrimiento! ¡Qué calor arde en el cuerpo cuando leemos “El dulce encanto de lo exótico”! Tiene un potencial erótico, pero algo más, hay algo que diferencia y eleva esta novela sobre cualquier novela erótica contemporánea, se trata del CALOR HUMANO.  No es sólo erotismo, es también un calor como un abrigo, un calor que nos dice que estamos en casa.  Recorre los acontecimientos de la vida y va hacia la vida desde ese calor de la casa, de la cosa natural.

Cuando éramos niños jugábamos con las historias, imaginándonos historias  ̶ si es que fuimos niños y si es que jugábamos ̶  que luego pasaban al plano de lo real.  Así es como transcurrían los días, jugando en historias imaginadas con colores reales y situaciones reales, la ilusión palpada en un juego.  Por ejemplo, acordábamos que ese árbol era “la casa”.  Entonces, cuando alguien nos perseguía para congelarnos el cuerpo o envenenarnos con un toque, corríamos hacia ese árbol para estar a salvo, porque en ese árbol estábamos “en casa”, ya nada malo nos podía ocurrir.  Cuando leemos esta gran novela de Ignacio Romero  Montserrat, nos sentimos en casa, con ese calor.  La literatura es un poco jugar con las historias y crear mundos a través de los símbolos, a través de las ideas.  Conjurar para que se represente ese mundo en el momento presente y nos persiga para siempre.  La lectura de un libro no se olvida.  Queda un rastro en la mente, en el cuerpo.  El libro nos toca en lo general, en lo particular, este libro nos toca especialmente, sintiéndonos a salvo, “en casa”.

Claro que esta es una sensación personal que creo está emparentada con la habilidad de Ignacio para transmitir sensaciones que nos atraviesan como seres humanos.  Nos entrega el relato habilitador para que resuenen las emociones tan vividas por todos: el amor, el deseo, la esperanza, la plenitud.  Por supuesto, también hacen eco las emociones más tremendas como el odio, la venganza, el rencor, el abatimiento, el desamor.  Estamos “en casa” porque estamos conectados con la propia historia, con las emociones que alguna vez sentimos o creímos sentir.  Éste, asumo, es el condimento para despegar un poco esta novela del género y referirnos a ella como una novela de realismo dramático-erótico. 

Un encantamiento especial produce esta novela, una prosa sensitiva que late, sorprende.  El drama hilvana la pasión con la tragedia, a su vez, la tragedia inesperada conecta con la vida misma  ̶ nunca esperamos que sucedan las peores cosas, hasta que suceden de pronto en un día cualquiera ̶ .  Esa normalidad de la tragedia en la vida de los personajes le da una potencia de realismo, nos coloca en confrontación con las propias emociones para liberarlas en un pasaje erótico y el gozar nuevamente.  ¿La vida no es, acaso, una sucesión de eventos esperados y otros sorpresivos que compensan el drama con el amor?  Aquí mismo, realismo, pasión, amor y muerte, como un día cualquiera.

El erotismo en esta novela, “El dulce encanto de lo exótico”, juega en la tensión vinculada a la forma de ser y estar del hombre en este mundo.  La naturalidad del encuentro de los cuerpos me trajo, de manera irremediable, una frase de Hermann Hesse: “Sin el animal que habita dentro de nosotros, somos ángeles castrados”.  Esa condición de “animal”, de estar ajustado a un instinto que responde a la naturaleza de las pasiones, es lo que hace que el hombre pueda hacer algo realmente maravilloso.  Ignacio Romero Montserrat, conectado con sus pasiones, logró su novela primera que se devora de una vez, como se devoran los cuerpos.


Ana Maidana
Escritora y Coach Literario


Algunas imágenes de este caluroso encuentro, tan afectivo:







Cariños.

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