sábado, 28 de noviembre de 2015

Cosas de Mandinga (I)

Cierta vez, por el lado de Saladillo, supo haber un tal Zamudio Rodríguez, que era lo bruto el pobre.  Mire: si alguna vez le alcanzaba el mate con el agujero pa' bajo, él le ponía la yerba y lo cebaba así no más.  De puro bruto no más.  Por eso siempre andaba último y sin entender nada.   No solo que no sabía leer ni escribir, sino que apenas sí sabía contar.  Y para colmo, de tan ignorante, contaba mal y siempre se equivocaba pa' el otro y nunca pa' el lado de él, por eso andaba tan pobre el Zamudio.

Desconocedor de todo, el hombre, quiso el destino que un día tormentoso, cerca de las sierras, ¡zácate!, en medio de un resplandor, se le apareciera el mismísimo Lucifer.  De entrada nomás, el Malo se tuvo que pasar como hora y media pa' explicarle quién era, que parece que el Zamudio no lo conocía ni de mentas.
          
Así las cosas, ya nervioso y para terminarla rápido, Mandinga le dice que se deje de joder, que no piense más, que es inútil y que de una vez por todas pida lo que quiera.
          
Y el Zamudio, en lugar de pedir algo importante, como mandaba esa ocasión que se da una sola vez en la vida del cristiano, va el bruto y le pide dos ponedoras pa' el rancho!
          
Satán, al escuchar esto se puso loco de furioso y preguntó si se burlaba de él, que era nada menos que el Príncipe de las Tinieblas y que a ver si se pensaba que él iba a salir a la luz del día pa' pasar vergüenza y que esto le pasaba por tratar de ayudar a gauchos tan ignorantes como el Zamudio.
           
-Qué ponedoras ni ponedoras! -aullaba de rabia.  Y haciendo brotar de golpe un manzano, le dice:
         
-¿Ves este árbol, pedazo de bruto? Pues es nada menos que el árbol de la sabiduría.  Comete una manzana de estas y así podrás tener todo el conocimiento del mundo.  Después, entonces, sí me llamás y empezamos a hablar de nuevo.  ¿Me entendiste?
           
-Y las ponedoras? -preguntó el Zamudio.
          
-¡Ponedoras las pelotas! -aulló Mandinga-.  Y no me sigas provocando que te achicharro aquí mismo -dicho lo cual, en medio de un gran fogonazo, se esfumó en el aire con toda su furia a cuestas.
          
-Promete y después no cumple... -alcanzó a decir el Zamudio, para luego, cuando el otro ya se había ido, quedarse puteando de lo lindo porque él no quería manzanas, sino gallinas.
          
Y como hacía frío, y de bronca no más, no va el bruto y de dos hachazos corta el arbolito, lo hace leña chiquita y se prende un fueguito pa' el agua del mate.  Y las manzanas, como no las quería ni las necesitaba, las tiró pa' el campito donde se las comió una vaca Holando.  Vaca que ahora se ha convertido en la atracción del pueblo pues, entre otras cosas, toca la guitarra, paya en varios idiomas, opera de apendicitis, discute con el cura, es un as pa' las bochas y además, dice pertenecer a la corriente estructuralista de un tal Levi-Strauss, que de este pago, seguro no es.
          
Cosas de Mandinga, comenta la gente.


De Santiago Varela, extraído de su libro "Galletitas Sueltas" - Desde la gente, ediciones del IMFC.

Santiago Varela, escritor y guionista argentino.


2 comentarios:

  1. Qué Zamudio, tan terco. ¿ y las ponedoras? ja,ja,ja. Muy buen relato

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