sábado, 16 de agosto de 2014

El perdón

Es la llave del candado que me sujeta al pasado.   Si estoy anclado en el dolor, atado a la persona que me hace daño, el perdón puede funcionar como una tijera que corte esta soga.

La Lic. Silvia Zaffirio nos comparte sus notas acerca del perdón, que van a incluirse en su próximo libro:

El perdón es para la propia sanidad espiritual.  La víctima sabe que ha perdonado cuando ya no siente enojo, rencor ni malos deseos (pueden pasar años para lograr esto, pero se llega al fin), ni sometimiento o miedo hacia el victimario.  Ab-uso: Ab, de alejamiento, repulsión, exceso, superación (más allá de...).
Usare: valerse de.  Abuso de autoridad, de la fuerza física, de la confianza, financiero, de derecho, de lesa humanidad, sexual, llamadas telefónicas obscenas, ultraje al pudor, voyeurismo, violación, incesto, prostitución, con niños de menor edad, bajo presión y con pacto de silencio... sigo...

El perdón actúa sobre el pasado, actúa purificando ese acontecimiento.  El ser perdonado no es el ser inocente.  Sin la desmesura de Adán no hubiera existido el perdón y la salvación, desde una lectura bíblica.
La víctima renuncia al re-sentimiento, a la ira, la indignación, la venganza.
El perdón pareciera beneficiar al ofensor, pero es para el que perdona, por añadidura también es para el perdonado (pero no justificado).
Así nos desprendemos de la escena con connotaciones de mal-dición (de mal-hacer) y restauramos la escena con una suerte de conjuro (como el sana, sana, colita de rana...).
Decimos algo bueno para se vaya lo malo: "te perdono", te dono y te vuelvo a donar ese don, el que pasa por encima del hecho maldito o malhecho (pasar por encima, etimología del donar, regalo).
Y nos liberamos.

Decir y hacer bien, sanidad para el alma, el cuerpo y el espíritu.
Hoy sabemos que todas las enfermedades se inician en el espíritu, luego se hace carne o dejan huella en "lo mental", el alma.  Si nos vengamos, etc, nos mataríamos los unos a los otros, generamos la guerra, se acabaría la humanidad en el último de los términos.  No estaríamos contribuyendo para la Paz.  Es que "todos somos uno", "todos somos el otro".  Sabemos que perdonar es amar y amarnos a nosotros mismos, y aún a tu enemigo.
Pero lleva su tiempo procesarlo, quizás toda una vida.  Y quiero agregar que todos, todos, somos víctimas de víctimas y así sucesivamente.  Lo importante es no seguir generando para abajo, en las siguientes generaciones, las mismas maldiciones.

Al tener resentimiento le concedemos al otro la potestad de coartar nuestra felicidad.  La aceptación tanto de un bien como de un mal (aceptación interior luego de haberse producido) produce tranquilidad, mansedumbre, dominio de sí, paz interior.

Les cuesta pedir perdón a las personas que no admiten sus errores, tienen su auto-estima muy baja y poca tolerancia a la crítica de otros.
Psicológicamente hablando y desde los efectos orgánicos como consecuencia, el perdón puede evitar que ocurran problemas cardiovasculares, ayuda a salir de cuadros depresivos y superar los duelos por pérdidas de seres queridos.

Se puede hablar de perdón como una liberación.  De hecho, la palabra "perdón" viene de las palabras latinas per donare, que significan "dejar ir", "dar por" o "dar para".  Cuando ejercemos el perdón "soltamos"  a quien nos ha ofendido o nos ha hecho un mal.  En suma, es la renuncia a los resentimientos e indignación que ha causado una ofensa.  Nos conduce a la Paz en todos sus términos.




Soltalo.

Cariños.


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