martes, 17 de junio de 2014

Nota Express 2: Los camiones que caen

Me gusta observar algunos momentos.  Como el amanecer.  El cielo se va aclarando, tranquilo, desde un rojo inferior y paralelo.  Se va encendiendo el reflector sin apuro, con pereza todavía.  Esa media hora en que los árboles están iluminados de frente, sólo en la copa.  Abajo sigue frío y con rocío.
Este momento, mirá:


La calle está mojada.  Llovió bastante en la noche del domingo.  Ayer cuando salía de casa vi un camión caído en una zanja.  A la tarde eran dos, el segundo hacia el otro lado de la calle.  Aquí hay dos posibilidades: el segundo intentó socorrer al primero y también cayó o el segundo quiso evitar al primero, se alejó lo más que pudo pero no vio que del otro lado también había una zanja.
Sea cual sea la cuestión, el segundo ya no estaba, el primero permanece varado.


Cuando observamos un camión que cae decimos: pobre camión, no se lo merecía.  Es un camión bueno, siempre cumple con las normas de tránsito.  Esta calle de porquería está mal hecha.  
Y si miramos al camión que pudo salir rápidamente decimos: qué bien el camión, bravo, no se quedó estancado, salió de inmediato.  Seguramente estaba despojado, con menos carga, por eso logró sacudirse, ese camión es un crack. 
El otro, pesado, se queda en el pozo y encima rompió la calle.  Solemos decir: dale camión, salí del pozo, mirá el desastre que hiciste.  No nos gusta ver que el camión bueno sufra.

Yo me pregunto: ¿Cuánto más habrá aprendido este camión que el otro que salió rápidamente? 
El costo es mayor, un día más sin trabajar, hasta es posible que se haya roto algo y tenga que repararlo, lo que quiero decir es que los camiones que caen de esta manera es posible que no vuelvan a caer.   

¿Cuánto más grande es la huella que dejó este camión?.  


Cariños.

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