El deseo del brindis
se monta en el gas,
trepa
con entusiasmo.
Sube con cuidado,
cuidado,
que no se rompa.
Sube
y vuela un deseo
por la ventana
o la chimenea
o la puerta sin burlete.
Se va el deseo
excitado
en su búsqueda
excitado
a atrapar
excitado
el pedido de salud
de dinero,
de amor.
Vuelve el deseo abatido,
un poco inútil.
Regresa, el deseo
a la copa
otra vez se monta
sobre el gas
que se disipa
a pedir
seriamente
que no lo obliguen
a ir en contra
de las cosas
de este mundo.
Ana Maidana.
Cariños y hasta mañana.
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