XLII
Vi una cabellera rubia
flotando en el viento.
Vi a un hombre taciturno
caminando al lado.
Ella reía.
Él callaba.
Ella se atropellaba con las palabras,
él luchaba con sus silencios.
Reí, extrañamente reí,
te vi, nos vi.
Eran el espejo de mis miedos,
de tus miedos.
Reí.
Un airecito tibio
en el centro del pecho
y una sonrisa tonta,
me acompañaron ese día
hasta la puerta de mi casa.
Nora Inés Yacuzzi
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