Y la Nona me lo volvió a contar (ya me lo había contado varias veces):
"Mija, cuando estaba trabajando y pasaba alguien pidiendo comida, yo no sabía qué hacer, porque la comida que había ahí no era mía. Entonces le pregunté a la Señora qué era lo que tenía que hacer y ella me contestó: -Emma, haga lo que su corazón le dice. Si quiere darle, hágalo. Si no quiere, no".
Con tanto ruido, tanto "deber ser" y "tenés que ser así","esto está bien, aquello está mal".
Con tanto pito y tanto bombo no podemos escuchar esa voz que nos habla despacio... en calma.
En definitiva, un escritor (y cualquier artista) hace eso: mantiene una conversación con su corazón que está ahí,
tocando la puerta.
Cariños.